Silencios traumáticos
No se lo digas a nadie
Texto, dirección e interpretación: Victoria Enguídanos.
Espacio Inestable
Sola en el escenario y frente a los medios audiovisuales, la
valenciana Victoria Enguídanos crea un monólogo que no deja indiferente por su
tema, por el tratamiento y por su puesta en escena. Aunque no es una autora que
se prodigue, sus trabajos son flechazos en la mente del espectador. Recordamos su
obra ‘Dependencias’, estrenada en Carme Teatre en 2014, donde trataba el tema
de la drogadicción y su capacidad de destrucción y sustracción de la voluntad y
la personalidad al ser humano.
En esta misma línea tan suya y con su estilo de pocos medios
pero muy comunicativo gracias a la fortaleza interpretativa del texto,
sumamente cuidado y penetrante, ‘No se lo digas a nadie’, estrenada en Sagunt y
ahora ofrecida en la sala Inestable, aborda con sinceridad y crudeza el
problema de los abuses sexuales a menores. Enguídanos desnuda posibles
experiencias individuales que permanecerán ocultas de por vida en quienes las
han padecido y que quedarán como un trauma psicológico, cuando no físico, para
siempre. Otras situaciones dramáticas pueden conocerse y ser admitidas
socialmente, pero en el caso de los abusos a menores y la pederastia quedan en
la oscuridad y ocultos por una sociedad que mira de soslayo al asunto sin
atajarlo ni aliviar a quien lo ha padecido. Y como en ‘Dependencias’, además de
concienciar, Enguídanos propone una solución: la comunicación afectiva.
Para ello, sitúa en paralelo y de manera alternada la
historia de una madre que padeció abusos con su hijo pequeño y una terapia de
grupo donde ella participa junto a otras personas que han los han sufrido
también. La incomprensión necesita alivio, porque afecta al individuo y a su
relación con los entornos familiar y social. De manera muy convincente,
Enguídanos es el personaje: necesita vivirlo para poder ofrecer la angustia de
esa realidad, desde la desconfianza en el entorno hasta la transmisión de la
experiencia.
Así, se alternan los diálogos con el hijo, mirando ya
hablando ella hacia bastidores, y con los tres personajes ausentes de la terapia en
sillas vacías perfectamente iluminadas con distintos colores. Todos relatan o
contestan con voz en off. Al comiendo del desenlace de la obra, los tres
aparecerán en imágenes donde relatan sus experiencias, interpretados por Xusa
Arrufat, Paula Peña y Manuel Ruizarte. Esta unión entre lo audiovisual y la
interpretación solitaria permite que la obra tenga un sentido colectivo y le da
fuerza a su estructura. Hay momentos inquietantes, subrayados puntualmente como
cuando, desesperada, ella apunta al público con una pistola.
La tonadilla de la canción ‘Kiko y la mano’ que canta
Enguídanos abre un camino hacia el optimismo. El problema tiene solución si desterramos
el silencio. Y es lo que le queda al espectador de esta obra valiente,
enérgica, dramática y extraordinariamente interpretada. Su fortaleza le
permitirá ser recordada. Esas sillitas…
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