El trueno cae y se queda entre las hojas

lunes, 24 de enero de 2022

 

La infrahumanidad

Pedro Montalbán-Kroebel

Nunca he tenido mejor foto que la de las Azores

Madrid, Ediciones Invasoras, 2021, 61 págs.

Lili Elbe

En El veneno en el aire (30 piezas breves de teatro antifascista)

Madrid, Ediciones Invasoras, 2021, pp. 161-168.




Desde 2002 en que publicó su primer texto teatral, Amor de madre, Pedro Montalbán-Kroebel no ha dejado de escribir literatura dramática. Algunos tuvieron la suerte de ser representados, como La fascinación de Gil-Albert en 2004, un libreto que daba la dimensión del buen oficio de un autor obsesionado por la pulcritud de las escenas y el hallazgo de la palabra exacta en cada situación. Pero hoy en día, por esos misterios inexplicables y decisiones inescrutables, cuando no absurdas, o de telones políticos corridos, que envuelven a la elección de las nuevas producciones teatrales, este “escritor de oficio”, en palabras de Nel Diago, parece estar vetado sobre todo en los escenarios públicos. Comprueben sus publicaciones editadas antes de 2021 y no hará falta añadir ningún comentario más: Amor de madre (2002), Darío Fo ¿Alcalde? (2004, 2008, 2010), La fascinación de Gil-Albert (2006), El último vuelo (2008), Podían saltar en el espacio (2008), Cuenta atrás (2008), Pájaros azules (2010), En esta crisis no saltaremos por la ventana (2011), Larga noche de silencio (2011), Perspectivas para un cuadro (2011), Faust. Versión de la obra de Johann Wolfgang von Goethe (2018), Las tetas de Tiresias. Versión de la obra de Guillaume Apollinaire (2018), A cara o cruz (2019) y Un inocente decir sí (2019). Pocos autores del panorama valenciano tienen tanta tinta impresa como Pedro Montalbán-Kroebel. O existe una correspondencia inversamente proporcional entre su tinta impresa y sus personajes en un escenario.

En 2021 ha vuelto a publicar Nunca he tenido mejor foto que la de las Azores. Pero también su creación breve Lili Elbe ha sido incluida entre las de treinta autores de piezas cortas del volumen El veneno en el aire (30 piezas breves de teatro antifascista), entre los que se encuentran algunos conocidos como Alberto de Casso Basterrechea, Gracia Morales, Raúl Hernández Garrido, Alfonso Plou, Jerónimo López Mozo, Juana Escabias, Antonio Cremades, Xavier Frías, Ruth Gutiérrez, Guillermo Heras, o Ruth Vilar. Ello da cuenta de su creatividad y de su dedicación a la escritura dramática sin pensar en si algún día se podrá contemplar representada en los escenarios. Da lo mismo: Pedro Montalbán-Kroebel tiene conciencia de escritor y de poner en valor su capacidad como creador de buenos argumentos que permiten reflexionar sobre distintos temas, tanto de actualidad como de las interioridades humanas.

Nunca he tenido mejor foto que la de las Azores es lo que usted piensa: un argumento que parte de la famosa foto del trío de las Azores que fue el preámbulo de la guerra de Irak en marzo de 2003. Puede parecer una pieza menor a tenor de su arranque con un diálogo donde José María está empeñequecido y ninguneado por su mujer Ana. Es la tragedia de un hombre ridículo. Pero poco a poco nos damos cuenta de que el título demuestra que Montalbán-Kroebel ha realizado un enorme trabajo de investigación y documentación para su creación salpicada por todo el texto. El título es la frase famosa pronunciada por el expresidente del gobierno José María Aznar después de la foto del trío de las Azores junto a George Bush y Toni Blair, con el portugués José Manuel Durão Barroso de anfitrión. Nada mejor que el humor para mostrar a un personaje a ridiculizar. La sátira política poco a poco va teniendo dimensión histórica aunque recree hechos ficticios, lo cual la aproxima a un modelo de teatro documento basado en el absurdo, en la incoherencia de los personajes, que parecen extraídos del universo valleinclanesco de deformación de la realidad para descubrir sus  miserias morales, como aclara el autor en el prólogo. Está más cerca de Valenciana que de Jauría o Bárcenas, todas con texto de Jordi Casanovas, y va más lejos en el humor ácido y corrosivo que El Rey de Alberto Sanjuán. Por tanto, adopta una visión cómica de los que fue un momento trágico de nuestra historia reciente, inspirándose en la documentación real y en las declaraciones de los propios protagonistas, sobre todo de Aznar, el centro de la acción. Mucho espíritu de fidelidad en una construcción infrarrealista.

El autor deambula entre dos tiempos históricos: 2003 y 1959. Respectivamente, alterna el momento de su decisión como presidente con su infancia. En el primero establece un diálogo con su esposa Ana, a la que José María compara con su madre por el rigor de sus observaciones. En la segunda, se le dibuja en la infancia como un niño marginado por el resto y a las órdenes de Juanito, se supone que su amigo Juan Villalonga en la vida real. En ambos casos, sucumbe ante las situaciones y siempre acaba soportando con resignación a su entorno. Pero a su vez, dentro de 2003, el tiempo camina por retrospecciones en días anteriores al famoso 15 de marzo en las Azores, vagando hacia su encuentro con Bush unas semanas antes, en una escena III de ridiculización de ambos, y del modo de ser estadounidense profundo, mientras que la infancia de José María se presenta con avances en el tiempo hasta llegar a un último encuentro con Juanito donde se “vengará” al haber llegado a ser presidente.

A veces, la postura de Ana (Botella, evidentemente) parece un enfrentamiento de José María con el sentido común. Incluso se ven los conflictos entre ambos, para llegar a llamarla “Lady Macbeth” o acusarla de abrazar el pacifismo, y decirle que solo hace falta que abrace el socialismo. Ella pone en cuestión sus decisiones y revela la mentira de la resolución justificativa de la invasión de Irak, mostrando su servilismo como un lacayo sin que se entienda más que como delirios de grandeza personal. Fracasa incluso en su papel asignado de intermediar en el apoyo de los países latinoamericanos, y menosprecia a Blair con cinismo. Pero no le faltan sus ejercicios de abdominales o la competencia atlética con Bush, con aquella conversación vergonzante sobre su capacidad como corredor. Pequeño en todo hasta en la interiorización de lo neocon.

En la escena X, bajo los acordes de la marcha militar estadounidense “Stars and stripes forever”, y las preguntas de una periodista, se produce la foto con un José María ridículamente vestido con una corona de cartón dorado del “Burger King” y calzoncillos y calcetines con tirantes bajo su traje invisible de emperador, situándose entre los monigotes Blair y Durão Barroso. Se remata la obra en la siguiente escena con Aznar reafirmando su decisión, y la frase que da título al texto, culminada con una voz femenina anunciando el suceso de Atocha consecuencia de su decisión absurda y propia de gobernante nada inteligente por no saber medir las consecuencias de sus decisiones.

Una obra que leída puede parecer demasiado irracional. Pero si la imaginamos representada no. Sería un buen producto y una buena muestra de que el teatro documento no solo infiere en temas con gravedad. Lo cómico es una magnífica arma. Sobre todo para humanizar hasta el inframundo a quien sacó pecho de sus delirios de grandeza.

Lili Elbe es un duelo, un esquema teatral donde Pedro Montalbán Kroebel se siente cómodo, como se puede deducir de la lectura de sus obras. La historia de esta primera persona con un cambio de sexo conocido. El duelo enfrenta a dos personajes históricos protagonistas de la efeméride: el sexólogo defensor de los homosexuales y quien castró sus órganos genitales masculinos a Lili Elbe, Magnus Hirschfeld, y Kurt Warnekros, el médico que continuó añadiéndole operaciones de trasplante de ovarios y posteriormente de útero. Magnus reprocha a Kurt su intervención, le pide explicaciones porque según él con extirpar el pene era suficiente. Pero para Kurt había que llevar más lejos la investigación científica. Incluso se afilió al partido nazi. Este representa al positivismo llevado al extremo, a la idea de la selección con el sacrificio de unos pocos “débiles” para el avance de la ciencia.

Del diálogo se aprecia hasta dónde puede llevar un régimen totalitario: “se empieza despreciando a algunos seres humanos y necesariamente se termina llevándolos al quirófano sabiendo que morirán”. El beneficio de la ciencia o de la nación por encima del ser humano acaba conduciendo al fascismo, porque lo que es necesario poner en relevancia el pensamiento que genera este proceso.

Sí, Lili Elbe es La chica danesa, la película de Tom Hopper. Y protagoniza la pieza de danza de Marta Carrasco Yo mujer, a Lili Elbe. A lo mejor esta pieza corta permite un ensanche ahora que está en boga el tema de la transexualidad. También puede resultar teatro de urgencia para que los pretextos no sirvan al auge de los fascismos y las conductas intolerantes. Nos hacen falta abrazos.

Dos obras que siguen ratificando el buen oficio de este autor al que esperamos que se lea por parte de los productores de teatro. Dos obras que son completamente dispares: de la comedia ácida y paródica al drama más duro; de la farsa a la tragedia. Siempre creo positivo el que haya autores capaces de cambiar de registros y de subgénero. Como Pedro Montalbán-Kroebel. La polimorfia y la pluralidad son también un estilo personal. En el fondo, los todoterrenos también circulan por las ciudades.

J.V. Peiró



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