(Fotos @Alba Valle)
Core o el estado actual de una generación
En estos momentos, la mal llamada “Generación Z” (porque denota una dependencia que viene de la X), que bien podría llamarse “de entresiglos” por su fecha natal a caballo entre el último lustro del siglo pasado y el primero del actual, atraviesa unos problemas que vienen del choque entre con la realidad desde el mundo infantil, la crisis de 2008 que les hizo ver que el mundo no era tan copioso y abundante, y el remate de la pandemia que les impidió tener lo mismo que sus hermanos mayores y se quedaron fuera de la nueva realidad que viven sus hermanos menores, si es que tienen hermanos y no viven en la soledad absoluta de un mundo individualista, por no llamarlo egoísta. Si añadimos la falta de perspectivas de futuro a las inseguridades provocadas por la situación social tenemos el cóctel perfecto para la depresión en distintos grados desde la caída en un pozo profundo. Además, son los últimos que vivieron lo analógico y han chocado con la dictadura digital que nos invade. Tocaron el cielo pero sus alas no se movían lo suficiente como para volar por sí mismos.
Este ambiente social ha derivado en problemas de salud mental y traumas que están arrastrando a partir de los veinte años de edad. Y de esto nos habla Arantxa Cortés, una joven actriz y autora de Chella. Ha puesto voz a un problema generacional (aunque no sea exclusivo de ella) y le ha dado visibilidad en Core. La autora tiene 26 años en estos momentos y se nota que conoce a fondo los problemas de sus coetáneos. Estamos tirando a la basura el potencial de la mejor generación de nuestra historia porque el estado de supervivencia y “buscarse la vida sin saber cómo” impide darles la oportunidad que merecen. Nunca hemos tenido tantos jóvenes atendidos por psicólogos por sus problemas de salud mental.
Arantxa Cortés (1997) ganó el premio Ciutat de Castelló en 2022 con Els diumenges són dies de descans sobre la despoblación y la transición ecológica. Participó en el último laboratorio Insula Dramataria con La Fe, donde causó sensación por su frescura y su oficio a pesar de su juventud (o gracias a su juventud). Como actriz, la hemos visto prodigarse en un buen número de montajes, el último La odisea de aquellas vidas, producción de Inestable. Creo que la primera obra en que la vi fue con La Subterránea en Como las cosas amables en 2019. La hemos podido disfrutar con Visitants y A Tiro Hecho y más recientemente en Perquè t’estime, que si no... de Carles Alberola, donde hacía una pareja inolvidable junto a Ramon Rodenas.
Aunque Core iba a ser su segunda escritura, se coló La Fe. En principio se iba a titular De cómo toqué el cielo y me tragué un ángel al caer. Este largo título es un resumen perfecto del contenido de la obra. A partir de la lucha gimnástica contra la dismorfia corporal entra en el universo de su generación con problemas derivados de la infancia y la disociación entre los consejos familiares, maternos, y el deseo de libertad. La anorexia y la bulimia, el bullying, la pervivencia de los monstruos interiores y la depresión están en ese mundo donde se presenta a una joven cuando tiene cuatro años, ocho, dieciséis y veinticuatro fusionando estas etapas exponencialmente de múltiplos de dos a partir de los cuatro. Los fantasmas interiores se apoderan del cuerpo pero también de la mente y solo podrá salir a partir de ella misma. Incluso la ayuda de la psicóloga será infructuosa porque su salida depende de una misma después de tantas sesiones. El camino recto no es forma de salir de la crisis personal sino la consideración de su mundo como un ajedrez donde el rey está protegido por numerosas piezas, la mejor la reina porque se mueve por donde quiere, claro simbolismo entre tantos que posee la obra.
La representatividad del mundo mental del personaje protagonista es fabuloso. En todo momento se percibe qué siente y qué nebulosa se apodera de su mundo. Arantxa Cortés realiza una interpretación tan verosímil –como extenuante en lo físico–, que deslumbra. Está todo en su cuerpo y en su palabra, en sus gestos de contrariedad. Los devaneos de sus dudas pueden comprobarse en los de tantos jóvenes de su edad y ella los ha recogido, hasta en la dedicación obsesiva a la gimnasia, que no es la solución sino también parte del problema, la soledad y su apartamiento hasta de ir a cenar con las amigas, y una mirada a partir de la individualidad a los cánones sociales opresores. Ha creado un universo de traslación de la realidad al espacio onírico con bastante opacidad con una escenografía de Carla Cea donde las cortinas resultan fundamentales para distinguir dos universos mentales, muy apoyadas en la precisión e la iluminación de Carla Chillida, que posee el punto exacto para difuminar el espacio como figuración de la mente de la protagonista. Como el espacio sonoro de Carla Cea, apabullante, también autora de la escenografía, más compleja de la apariencia.
Acompaña a Cortés, también directora llevando el texto a su gusto, Resu Belmonte. Qué podemos decir de una de las mejores actrices valencianas: que sorprende interpretando a varios personajes, la madre y la psicóloga, pero también cuando cambia de registro a un conocido protagonista televisivo infantil. Hacen una gran pareja y se compenetran de maravilla sobre todo señalando las diferencias generacionales y personales.
Una obra imprescindible, puesta en escena por un equipo integrado solo por mujeres, sobre todo para quienes se preguntan qué está pasando a esos jóvenes que vivieron su graduación de estudios superiores con el confinamiento y durante los años siguientes se perdieron con el cierre de posibles alternativas de crecimiento personal y laborales. Un trabajo sensacional. Arantxa Cortés ya es uno de los valores de nuestro teatro más joven y su futuro tiene unas perspectivas como pocas en nuestras artes escénicas. Larga vida a su compañía recién creada: La Vulgar. Puede ser un ejemplo para la autoestima y la autoconsideración de su valía de su generación. Menos "barbies" y más presente y futuro.
Sin duda, la obra revelación de la temporada 2023-24 que ya termina.
J.V. Peiró
FICHA ARTÍSTICA
Autoría y dirección escénica: Arantxa Cortés. Dirección de actores y visión externa: Paula Martínez. Interpretación: Resu Belmonte y Arantxa Cortés. Espacio sonoro: Lucía Gea. Escenografía: Carla Cea. Diseño de iluminación: Carla Chillida. Audiovisuales: Iván Moreno. Vestuario: Arantxa Cortés. Foto: María Bustos. Voces en off: Ana Díaz Martínez y Tomàs Verdú.