El trueno cae y se queda entre las hojas

lunes, 24 de febrero de 2014

SOBRE AUTOPSIA DE MIGUEL SERRANO LARRAZ
Dentro del panorama de narradores prometedores de la literatura española, Miguel Serrano Larraz debe ocupar un lugar destacado por su novela Autopsia (2013). Publicada por Candaya, una editorial con un fondo relevante que apuesta por las buenas creaciones literarias, al margen de la comercialidad, sigue al pie de la letra su apuesta por la obra de calidad, independientemente de los gustos extendidos al comprador potencial. Autopsia viene a refrendar tanto el catálogo de Candaya como a la narración elaborada y arriesgada, ajena al neofolletín que nos rodea y las modas pasajeras que aportan dividendos mercantiles a costa de acabar en el olvido en apenas un par de años.
Autopsia es una novela autorreferencial. El protagonista y narrador es Miguel Serrano, que nos irá contando su evolución en la preadolescencia, adolescencia y juventud hasta entrar en la primera madurez. Un alter ego por los detalles autobiográficos exprimidos al máximo en su discurso memorialístico, donde se combina la realidad y la ficción. Todo empieza por la historia de un poema juvenil, “El día en que me pegaron los skin-heads”, inspirado en un suceso real vivido (¿”en que me pegaron” o “que me pegaron”?, se pregunta el autor poniendo un inciso en la veleidad de la construcción del lenguaje). Con este poema ganará el accésit de un concurso de Aranda de Duero, cuyo premio en metálico acabará consumido por los propios gastos del viaje. A partir de esta circunstancia, Miguel irá desgarrándose a sí mismo para contar una historia donde la violencia -física y psíquica- de la adolescencia y juventud es la protagonista de un universo complejo mecido entre el vitalismo y el aprendizaje de la vida.
Miguel Serrano, a pesar del paso del tiempo, sigue obsesionado con un acontecimiento oscuro de su pasado, como fue el acoso a su compañera de colegio Laura Buey. Su remordimiento le obliga a preguntarse por medio de la literatura por qué cree que le arruinó la vida a esta chica de la que no volvió a saber nada de ella desde que abandonó el colegio. A partir de ahí, da un repaso al ambiente social de su juventud, entre la noche junto a un personaje maravilloso, Hans, por el que siente una admiración inconsciente, junto al amigo Mensajero, la vida de la gente humilde frente a la más afortunada económicamente, la familia, las relaciones amorosas, y, sobre todo, la violencia. También se permite Serrano Larraz indagar en el propio sentido de la escritura e incluso reflexionar sobre los concursos literarios y la carrera del escritor.
Es por esta razón que estamos ante un relato sobre el remordimiento, sobre el pasado y su incidencia en el presente. El relato va más allá de una novela de aprendizaje, puesto que la reflexión sobre los temas que van surgiendo es permanente y cruza los acontecimientos. Alrededor de Miguel Serrano se irá construyendo su mundo actual en el que parece prevalecer un lema: la imposibilidad de desprenderse para siempre del pasado, que incluirá tanto las experiencias propias como las ajenas conocidas. Todo ello dispuesto de modo fragmentario, con el orden estructural marcado por la memoria, aunque siguiendo un orden al situar enlaces de repeticiones de ideas de manera frecuente, con un narrador presente y a veces sin identificación, que no sin referencialidad puesto que es el discurso de Miguel. Sin duda, la de Autopsia es una de las escrituras más bolañescas de la narrativa española del siglo XXI, hecho que reconoce el propio autor y que consideramos un mérito en el desarrollo y resultado de la novela.
Una novela ubicada en Zaragoza, no en Madrid y Barcelona; en una de las mal llamadas “provincias”, por la inspiración autobiográfica, dado que Miguel Serrano Larraz nació y vive en la capital aragonesa, como por la voluntad de ofrecer el mundo de esos jóvenes que viven al margen de los centros de poder cultural. Con un lenguaje potente, repleto de preguntas y paréntesis reflexivos, dinámico, abierto y sugerente. Con acciones donde la casualidad se muestra como un signo de nuestra insistencia, como en el encuentro casual en el autobús con Sara Rodríguez. Repleta de alusiones culturales, entre las que destaca la degradación de Crónicas marcianas de Bradbury en programa televisivo de dudoso gusto, o el guiño hacia La Montaña Mágica de Mann con el nombre de DJ Hans Castorp. Y con una presencia significativa del la muerte: más bien de los primeros encuentros de Miguel Serrano, el personaje, con la muerte, o con la vida ante un próximo nacimiento de su hijo.
Autopsia reta al lector a un pulso de fuerza. No le permite sustraerse a lo narrado a pesar de la voluntad de distanciamiento sugerida por el tono retrospectivo. Y aunque el autor diga que solo el diez por ciento de su novela es real, no lo será tanto cuando ofrece una problemática de índole universal por medio de su personaje. ¿Quién no ha identificado su propia juventud en algún momento con la de Miguel Serrano? Porque bajo la estructura superficial de los acontecimientos de la novela se encuentra una estructura profunda inherente al ser humano. ¿Acaso el lector de esta reseña no se arrepiente de haber podido causar algún problema a algún compañero de infancia o adolescencia? En el fondo, es lo anhelado, preguntarse por el pasado, por Miguel Serrano Larraz en Autopsia, obra que podríamos considerar como una disección de las circunstancias de la vida corriente y su impacto en el tiempo. Y consigue atrapar al lector con su potente discurso, lo que obliga a tomar en cuenta al autor en el presente y en el futuro.
José Vicente Peiró Barco


1 comentario:

  1. Bien, José, muy buena idea la de habilitar el blog. Preciosa la reseña sobre "Autopsia" saludos argentinos.

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