SOBRE AUTOPSIA DE MIGUEL SERRANO LARRAZ
Dentro del panorama de
narradores prometedores de la literatura española, Miguel Serrano Larraz debe
ocupar un lugar destacado por su novela Autopsia
(2013). Publicada por Candaya, una editorial con un fondo relevante que apuesta
por las buenas creaciones literarias, al margen de la comercialidad, sigue al
pie de la letra su apuesta por la obra de calidad, independientemente de los
gustos extendidos al comprador potencial. Autopsia
viene a refrendar tanto el catálogo de Candaya como a la narración elaborada y
arriesgada, ajena al neofolletín que nos rodea y las modas pasajeras que
aportan dividendos mercantiles a costa de acabar en el olvido en apenas un par
de años.
Autopsia
es una novela autorreferencial. El protagonista y narrador es Miguel Serrano,
que nos irá contando su evolución en la preadolescencia, adolescencia y
juventud hasta entrar en la primera madurez. Un alter ego por los detalles
autobiográficos exprimidos al máximo en su discurso memorialístico, donde se
combina la realidad y la ficción. Todo empieza por la historia de un poema
juvenil, “El día en que me pegaron los skin-heads”,
inspirado en un suceso real vivido (¿”en que me pegaron” o “que me pegaron”?,
se pregunta el autor poniendo un inciso en la veleidad de la construcción del
lenguaje). Con este poema ganará el accésit de un concurso de Aranda de Duero,
cuyo premio en metálico acabará consumido por los propios gastos del viaje. A
partir de esta circunstancia, Miguel irá desgarrándose a sí mismo para contar
una historia donde la violencia -física y psíquica- de la adolescencia y
juventud es la protagonista de un universo complejo mecido entre el vitalismo y
el aprendizaje de la vida.
Miguel Serrano, a pesar
del paso del tiempo, sigue obsesionado con un acontecimiento oscuro de su
pasado, como fue el acoso a su compañera de colegio Laura Buey. Su
remordimiento le obliga a preguntarse por medio de la literatura por qué cree
que le arruinó la vida a esta chica de la que no volvió a saber nada de ella
desde que abandonó el colegio. A partir de ahí, da un repaso al ambiente social
de su juventud, entre la noche junto a un personaje maravilloso, Hans, por el
que siente una admiración inconsciente, junto al amigo Mensajero, la vida de la
gente humilde frente a la más afortunada económicamente, la familia, las
relaciones amorosas, y, sobre todo, la violencia. También se permite Serrano
Larraz indagar en el propio sentido de la escritura e incluso reflexionar sobre
los concursos literarios y la carrera del escritor.
Es por esta razón que
estamos ante un relato sobre el remordimiento, sobre el pasado y su incidencia
en el presente. El relato va más allá de una novela de aprendizaje, puesto que
la reflexión sobre los temas que van surgiendo es permanente y cruza los
acontecimientos. Alrededor de Miguel Serrano se irá construyendo su mundo
actual en el que parece prevalecer un lema: la imposibilidad de desprenderse para
siempre del pasado, que incluirá tanto las experiencias propias como las ajenas
conocidas. Todo ello dispuesto de modo fragmentario, con el orden estructural
marcado por la memoria, aunque siguiendo un orden al situar enlaces de
repeticiones de ideas de manera frecuente, con un narrador presente y a veces
sin identificación, que no sin referencialidad puesto que es el discurso de
Miguel. Sin duda, la de Autopsia es
una de las escrituras más bolañescas
de la narrativa española del siglo XXI, hecho que reconoce el propio autor y
que consideramos un mérito en el desarrollo y resultado de la novela.
Una novela ubicada en
Zaragoza, no en Madrid y Barcelona; en una de las mal llamadas “provincias”,
por la inspiración autobiográfica, dado que Miguel Serrano Larraz nació y vive
en la capital aragonesa, como por la voluntad de ofrecer el mundo de esos
jóvenes que viven al margen de los centros de poder cultural. Con un lenguaje
potente, repleto de preguntas y paréntesis reflexivos, dinámico, abierto y
sugerente. Con acciones donde la casualidad se muestra como un signo de nuestra
insistencia, como en el encuentro casual en el autobús con Sara Rodríguez.
Repleta de alusiones culturales, entre las que destaca la degradación de Crónicas marcianas de Bradbury en
programa televisivo de dudoso gusto, o el guiño hacia La Montaña Mágica de Mann con el nombre de DJ Hans Castorp. Y con
una presencia significativa del la muerte: más bien de los primeros encuentros
de Miguel Serrano, el personaje, con la muerte, o con la vida ante un próximo
nacimiento de su hijo.
Autopsia
reta al lector a un pulso de fuerza. No le permite sustraerse a lo narrado a
pesar de la voluntad de distanciamiento sugerida por el tono retrospectivo. Y
aunque el autor diga que solo el diez por ciento de su novela es real, no lo
será tanto cuando ofrece una problemática de índole universal por medio de su
personaje. ¿Quién no ha identificado su propia juventud en algún momento con la
de Miguel Serrano? Porque bajo la estructura superficial de los acontecimientos
de la novela se encuentra una estructura profunda inherente al ser humano.
¿Acaso el lector de esta reseña no se arrepiente de haber podido causar algún
problema a algún compañero de infancia o adolescencia? En el fondo, es lo
anhelado, preguntarse por el pasado, por Miguel Serrano Larraz en Autopsia, obra que podríamos considerar
como una disección de las circunstancias de la vida corriente y su impacto en
el tiempo. Y consigue atrapar al lector con su potente discurso, lo que obliga
a tomar en cuenta al autor en el presente y en el futuro.
José
Vicente Peiró Barco
Bien, José, muy buena idea la de habilitar el blog. Preciosa la reseña sobre "Autopsia" saludos argentinos.
ResponderEliminar