Con sentido comercial, aprovechando el éxito de la concesión de Premio Nobel este año, se ha reeditado una obra singular de Mario Vargas Llosa: el Diccionario del amante de América Latina, publicado en Paidós en 2006. Un acierto porque conviene rescatar la obra del autor peruano despojada de los grandes anaqueles de las librerías.
El Vargas Llosa novelista siempre se ha engullido al magnífico escritor que es, al menos en el plano comercial. No hay que olvidar sus trabajos sobre Flaubert, el Tirant lo Blanc, su desmitificación del indigenismo de La utopía arcaica, o García Márquez: historia de un deicidio, verdaderas joyas del ensayo (y sin olvidar su teatro, con obras maestras como La Chunga ). Dentro de su ensayismo se incluyen sus memorias de El pez en el agua, un repaso a su experiencia fallida como candidato a la presidencia de Perú, y sus artículos periodísticos, publicados en los diarios más importantes del mundo hispánico. Es un Vargas Llosa de lectura profunda, de amplio recorrido intelectual, cuyas reflexiones se sitúan en la máxima altura del pensamiento articulado sobre el mundo de la literatura.
En este ámbito del articulismo del autor se situaría el Diccionario del amante de América Latina. Resulta curioso en principio que esta publicación no fuera absorbida cuando fue novedad por alguna editorial “potente” y se la acogiera Paidós, cuyo prestigio intelectual es reconocido pero carece de tanta ubicuidad comercial. Además, cuando apareció fue colocada entre las colecciones una colección de diccionarios de viajeros y amantes de lugares como India, Grecia, Egipto, Venecia o religiones como el Islam, de autores prestigiosos como Jean Claude Carrière, Malek Chebel o Philippe Sollers. Ignoramos aún si la obra tendría éxito comercial, pero si no lo alcanzó pensaremos en que el lector se asemeja al espectador televisivo: un buen receptor de platos precocinados.
La obra es un amplio compendio del pensamiento de Vargas Llosa. Se aprecia, por ejemplo, en que la entrada “indigenismo” sintetiza las ideas analizadas y demostradas con profundidad en La utopía arcaica. El libro recoge las obsesiones temáticas recurrentes de la cultura, la política, la civilización, la antropología, la literatura y la sociología latinoamericanas, siempre ceñidas a su especificidad como civilización. Así, el autor nos descubrirá sus paradojas, sus evoluciones explícitas y su idiosincrasia. Por su pluma discurren los personajes más relevantes de su convulsa historia, su literatura, sus ideologías, lugares que significaron algo en su vida, y distintos países que, a su modo de entender, merece la pena valorar. El tratamiento estilístico entre la gravedad y el humor nos permite disfrutar de su lectura a la vez que reflexionar sobre esta realidad. Si bien algunas afirmaciones podrán suscitar polémicas, están razonadas y sustentadas en algo más que lo autobiográfico, aunque bien es cierto que la experiencia personal ha inspirado una parte importante de las exposiciones incluidas en este diccionario, e incluso se utilizan materiales como entrevistas realizadas en el pasado (a Neruda, por ejemplo). Vargas Llosa pone en tela de juicio dogmas pero no crea otros que los sustituyan sino que plantea preguntas continuamente sin pretender establecer respuestas.
Merece la pena adentrarse en esta maraña de conceptos e ideas que nos ilustran lo mejor y lo peor del universo latinoamericano. Este ensayo es un logro literario de Vargas Llosa, porque no es un libro de preceptos sino un intento de reunir percepciones y conclusiones sobre estos países que conoció en París, como ha expresado en distintas ocasiones y nada más iniciarse la introducción de esta obra. Porque, como él mismo dijo, “la literatura no demuestra, sino muestra”, y éste es el resultado del diccionario: un conjunto de señales ilustrativas del mundo iberoamericano, alejado del preceptismo y de la retórica vana.
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