Desde que muriera el gran Augusto Roa Bastos, Paraguay se ha quedado sin tarjeta de visita literaria en España. Muchos españoles demuestran nuestra incultura general eclipsada por nuestra rica tradición literaria, nuestros Quijotes, Lazarillos de Tormes, Calderones y Galdoses, cuando se juega un partido de fútbol contra un país ausente como Paraguay.
Paraguay jugó contra España en el pasado campeonato del mundo de fútbol. Un gran amigo de placeres intelectuales y futbolíticos al alimón me dijo: "Cervantes 1 - Roa Bastos 0". Pues sí, así quedó el resultado del partido.
Durante el partido, un españolito (por ahora) como yo, sintió vergüenza ajena al comprobar cómo mis compatriotas periodistas, gentes mediáticas, populacho con micrófono televisivo delante, y demás fauna con el poder conferido por la charlatanería, confundían Uruguay con Paraguay, dijeron que Diego Forlán era la gran ausencia paraguaya, presentaron a Mario Benedetti como su mejor escritor, no distinguieron su bandera de la francesa, comentaron que el país tenía la mejores playas de Sudamérica en Punta del Este o hablaron de su victoria en la contienda contra la Triple Alianza y su derrota en la del Chaco. Ni siquiera consultaron a la Wikipedia para equivocarse por culpa de una fuente errónea.
Un partido de fútbol internacional es un fresco de estereotipos. Pulsión de mentalidades oblicuas. Sobre España se habla de paella, de bailes andaluces, de toros... Un servidor, igual que bastantes de sus compatriotas, que tiene un pasaporte donde dice que es español, se sorprende porque en su vida ha ido a los toros, jamás ha presenciado un baile andaluz, y odia la paella porque le parece un plato bruto, aunque sea gastronomía de su tierra. ¿Por qué no la rica tortilla española o una fabada asturiana? O el menú alpujarreño... ¡Si supiera el mundo que el plato más engullido por la España actual es la hamburguesa!
¿Y Paraguay? Al menos un partido de fútbol sirvió para que sepan los españoles qué es un tereré y que la sopa no siempre ha de ser líquida. Pero lo más importante es que todo el mundo descubrió su nueva gran aportación internacional: Larissa Riquelme. En la península existía el consuelo de que una derrota de “la roja” serviría para deleitarnos con sus encantos. Esta chica eclipsó incluso a la reportera novia de Íker Casillas, el portero español, que al principio del Mundial era el objetivo de la prensa rosa de todo el mundo. Desde luego que Paraguay ha ganado en curvas femeninas a España... y por goleada.
¡Cómo está el mundo! Larissa Riquelme ha permitido dar relieve a un país que ni existía en los medios de comunicación. Ni Roa Bastos, ni Agustín Barrios, ni Carlos Colombino, ni Ticio Escobar, ni Rubén Bareiro Saguier; ni siquiera los excelentes futbolistas que históricamente han poblado los equipos españoles... Ninguno de ellos consiguió situar Paraguay en el mapamundi. En cambio, Larissa Riquelme le ha dado atractivo al país, ha creado los ríos Paraná y Paraguay, nos ha llamado para que supiéramos que se habla guaraní y castellano, enseñando que por aquellos lares hay edificios, agua potable, luz eléctrica, computadoras, y, sobre todo, teléfonos celulares a los que darles un uso llamativo además de publicitario por estar ubicados en lugares atractivos. Incluso ha incrementado mi interés por la literatura paraguaya.
Mientras, siguen sin publicarse nuevas creaciones literarias paraguayas en España; no entra en los circuitos culturales internacionales. Nadie sabe lo que cuesta un segundo de atención al Paraguay en Europa. Pero ahí está..., sí, el mejor producto de exportación de una imagen de país moderno... Larissa Riquelme. Seguro que con ella se abrirán las puertas del exterior a tantos y tantos valores culturales del país. Al fin y al cabo, ella seguramente no habrá tenido problemas para encontrar un buen agente comercial para exhibir sus cualidades urbi et orbe.
Pero este uso no es exclusivo del Paraguay. No son sólo los paraguayos quienes han puesto el ojo en ella. Aquí sí que Paraguay ha entendido cómo se es universal y ha ganado la batalla de la posmodernidad. Gracias a Larissa Riquelme, los empresarios paraguayos y quienes trabajamos su cultura, tendremos más fácil la venta de nuestros productos. Por fin podré hablar en Manila sobre Helio Vera o Renée Ferrer. Igual tengo la suerte hasta de que me paguen honorarios por mi conferencia o de salir en la televisión de Sudáfrica. Gracias, Larissa.
El mundo es ansí, como decía Pío Baroja.
Con estos bueyes hemos de arar, como dice mi amigo al que he citado al principio del artículo
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