Yo no sé si algún filósofo y sociólogo lo habrá dicho porque leemos tanto que ya no nos da tiempo a digerir todos los contenidos. Lo que deseaba expresar después de examinarlo mucho tiempo es que el poder encontró desde hace años la mejor manera de dominar a la sociedad con un beneficio mayor que manteniéndonos a todos en el analfabetismo y en la miseria: el infantilismo.
El analfabetismo es un problema. Mantener una población ágrafa genera una mano de obra de escasa cualificación. Además, este sector de la sociedad es un poco brutote y es capaz de alzarse en armas cuando la situación se caldea como pasó en 1931. Encima, si la población sabe leer, deletreará la publicidad, lo cual es fundamental para mantener los productos en la primera línea de los supermercados. Entenderá mejor los mensajes comerciales.
La miseria es un problema porque impide el consumo y si la gente no consume, los beneficios empresariales disminuyen. No sé si se habrán dado cuenta nuestros gerifaltes económicos pero si no tenemos billetitos de euro, no podremos comprar y tendrán que irse a vender sus excedentes a China o la India, que producen ya demasiado como para no tener los suyos. No conviene mantener a la gente en la miseria, salvo que la alcance por sus propios medios.
Solución: infantilizar a la sociedad. Incluso a los catedráticos, a los sabios y a los políticos, y si hace falta a los máximos accionistas de las empresas del Íbex 35. Aplican la idea de que el niño es inocente. Si infantilizamos a la sociedad, la gente se hará inocente y, por tanto, no entenderá la realidad y se conformará con lo que tenga a su alrededor. Pongamos cosas a su alcance. Nuestro poder quedará garantizado per secula seculorum. El niño es incapaz de causar daño si está distraído. Pues a distraer que toca.
Vamos a ver cómo nos distraen:
1) Televisión. Manteniéndonos ocupados con la vida de Belén Esteban o de cualquier otra persona que no aporta nada a la sociedad. Todos les llamarán caraduras o vividores, pero ahí estará el público atento a sus devaneos y escándalos la mayor parte provocados para ganar más dinero o mantener una audiencia televisiva (a más publicidad, más beneficios). Neocomedia. Series a granel, acaben o no en el mismo día, pero conseguir episodios adictivos. Grandes hermanos con morbo.
2) Deportes. Esto es derivado de la anterior. Recuerdo cuando hace veinticinco años hablábamos de fútbol. Discutíamos sobre los partidos, alineaciones, tácticas, calidad de los jugadores… Ahora no: ahora lo importante es que Cristiano Ronaldo haga un anuncio de calzoncillos que las mujeres nunca vieron (parece que algo pasó), o que Mourinho diga cualquier perogrullada para distraer a los periodistas y a la gente y así no presionen a sus jugadores, o que el presidente del Barça encargue una auditoría por la gestión del mandatario anterior. Pero ¿esto es fútbol? Lo importante ahora es ponerle una alcachofa a un jugador cabreado para que maldiga al árbitro, nunca ofrecer imágenes de la belleza de las jugadas. De ahí que la popularidad de los programas de radio siga siendo mayor que la de las televisiones. Más importantes los chistes malos de algunos comentaristas que las imágenes de un partido. Los chistes infantiles son más proclives al fútbol que a cualquier otra actividad.
3) Películas. Argumentos infantiles, como el de Avatar, como manifestaciones de inconformismos. Las películas de miedo para adolescentes, las comedietas, los efectos especiales dedicados a impresionar al espectador y no a reforzar un buen guión que casi nunca encontramos.
4) El coche. Sé maleducado y saca tus instintos como los críos. No dejes pasar a nadie. Yo el primero y luego yo. Expresión máxima del individualismo infantil. El coche como manifestación de mi poder, rasgo infantil, frente al coche como medio para facilitarme la llegada a distancias inalcanzables caminando, rasgo adulto. Y si no fijáos que cuanto más crío sea un tipo que conozcáis, coche más espectacular tendrá.
5) Libros. Nada: argumentos livianos, suaves, batallitas, enigma detectivesco, mundos misteriosos, pseudohistóricos, con algo de erotismo que parece destinado a la masturbación del adolescente, personajes planos con sentimientos vulgarotes y nada diferentes a los de una persona inmadura… Ese es el libro que mejor vende hoy en día.
6) Casa: falsamente idílica. Con piscina y lo que quieras, pero con reuniones de comunidad de vecinos donde todo son problemas. Bellas por fuera, no funcionales por dentro y construida con materiales de mala calidad. Nos engañan como a niños: casas ajustadas a nuestras necesidades, pero malas, malas, malas. Luego ves y reclama, sobre todo en estos tiempos donde han desaparecido tantos constructores.
7) Videojuegos. ¿Para qué hablar de ellos? Vive una vida excitante, juega una liga de fútbol excitante, mata a los mafiosos de forma excitante, gana la segunda guerra mundial de manera excitante… Gana como un niño y no pierdas porque si no, llorarás como un niño.
Y así podríamos seguir enumerando aspectos de esta sociedad. El infantilismo ha pasado de ser una actitud individual a un rasgo colectivo, y de ahí a una ideología dominante.
Sin embargo, cuidado con los niños enrabietados que pueden ser peligrosos cuando se enfadan. O al menos, insoportables.
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